La ansiedad es una respuesta que todos tenemos y que el ser humano ha mantenido a lo largo del tiempo, porque resulta adaptativa. Gracias a ella, nuestro organismo se prepara para la lucha o para la huida cuando percibe un peligro. Para facilitar estas respuestas, se producen una serie de cambios como pueden ser el aumento de la tasa cardiaca, o de la tensión muscular entre otros. Cuando esta ansiedad está asociada a algún estímulo concreto, es lo que llamamos miedo.
Hay diferentes miedos que pueden ir apareciendo durante la infancia y que, normalmente cuando el niño va creciendo y desarrollándose a todos los niveles incluido el cognitivo, pueden desaparecer o sustituirse por otros.
A continuación presentamos los miedos que diferentes estudios apuntan como más frecuentes según la edad del niño, apareciendo estos en un 40-45% de los casos:
- 0-1 año: en esta etapa del desarrollo suele aparecer el miedo a estímulos intensos (como pueden ser ruidos fuertes) y a los extraños. Ante estos miedos la respuesta propia del niño es el llanto, lo cual facilita llamar la atención de la madre para que pueda protegerle.
- 2-4 años: aparece el miedo a los animales que no suele perdurar más allá de la pubertad.
- 4-6 años: en esta etapa aparece el miedo a la oscuridad, a los seres imaginarios (por ejemplo, brujas o monstruos). También se ha observado en niños de esta edad miedo a las catástrofes o a la separación de los padres.
- 6-9 años: durante este periodo, debido a la maduración cognitiva del niño, van apareciendo miedos más elaborados. Empiezan a ser capaces de recordar acontecimientos del pasado y prever consecuencias que pueden tener sus acciones o diferentes acontecimientos en el futuro, por lo que aparece el miedo a hacer el ridículo o el miedo al daño físico.
- 9-12 años: es la etapa justo anterior a la pubertad. Pueden aparecer miedos a contraer enfermedades graves, o tener conflicto con los padres y miedo al fracaso escolar.
- 12-16 años: en estas edades los miedos están más relacionados con el ámbito social y con la autoestima. Así aparecen lo que comúnmente conocemos como “complejos” que pueden estar relacionados con la apariencia física o con la capacidad intelectual entre otros.
Como ya hemos mencionado, estos miedos tienden a desaparecer a medida que avanza el desarrollo del niño. En ocasiones, se mantienen y pueden aparecer de manera intensa y desproporcionada ante una determinada situación o estímulo. En estos casos podríamos estar hablando de la aparición de una fobia que deberá ser tratada con la ayuda de un profesional.