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El photoshop de la felicidad

Es indudable que todos y cada uno de nosotros aspiramos a ser felices. Hablamos de felicidad como si estuviéramos hablando de lo mismo, pero ¿qué es la felicidad? Probablemente existen tantas respuestas como personas. No en vano, filósofos como Kant, Nietzsche y otros pensadores han aportado numerosas y variadas definiciones a este concepto tan trascendente para el ser humano.

En la última década ha proliferado una oleada de mensajes “positivos” con muy buena intención que nos dictan como debemos sentirnos, a qué debemos aspirar y en definitiva “como debemos ser felices”. Esto ha ido unido con el auge de las redes sociales, y nuestra necesidad de compartir nuestra felicidad en ellas.
A decir verdad, este fenómeno me recuerda mucho a los cánones de belleza de los que muchos somos consciente o inconscientemente esclavos.

Ahora han diseñado para nosotros un “molde de la felicidad” que a mi parecer conduce a la frustración, la envidia y la amargura de quienes no conectan con esta euforia casi maniaca.

En mis ya 16 años de experiencia acompañando a mis pacientes en la ardua tarea de encontrar su felicidad, he observado que algunas de las características de las personas que decían sentirse felices: son personas que han trabajado duro para conseguir alcanzar un alto grado de autoconocimiento, aceptación y compromiso con sus propias metas y deseos.

Son personas que a veces sonríen y a veces lloran amargamente, y que sobretodo han encontrado su propia manera de ser felices.

Os deseo una feliz semana (sin Photoshop )

Día Internacional de la Mujer

En este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en Intec Psicología apostamos por una sociedad más igualitaria tanto en derechos como en oportunidades.

Este año ha estado marcado por una mayor sensibilización de esta desigualdad que sufrimos, poniendo de manifiesto diferencias que se dan en diversos ámbitos de la vida pública y privada, entre hombres y mujeres.

Afortunadamente cada vez más mujeres valientes denuncian públicamente los techos de cristal, los salarios más bajos, el reparto desigual de los cuidados, y sobre todo el acoso sexual.

Todo ello está contribuyendo a una sociedad más sensibilizada ante estas diferencias, y una conciencia social más comprometida.

Sin embargo, todavía estamos lejos del objetivo. Con unas cifras intolerables para una sociedad avanzada como la nuestra. Que nos demuestran que las mujeres siguen sufriendo violencia machista, cobran sustancialmente menos, y que siguen siendo las que se ocupan mayoritariamente de las tareas domésticas.

En Intec Psicología somos sensibles y conscientes de esta situación injusta y desigualitaria. Por este motivo introducimos de manera transversal la perspectiva de género en nuestras intervenciones. Contribuyendo a mejorar esta realidad social.

Crisis para el cambio. Duelo para la transformación

Red grape leaf with drops of rain

En cada momento presente, estamos diciendo adiós a algo y al mismo tiempo estamos abriéndonos a nuevas posibilidades vitales. A lo largo de nuestra vida estamos continuamente despidiéndonos así como recibiendo nuevas situaciones, personas, posibilidades, oportunidades… Para que quepa lo nuevo, es necesario hacer un espacio, a veces no sólo físico, sino un espacio mental , emocional, espiritual y para ello hace falta saber elaborar los duelos, atravesarlos y salir fortalecidos de ellos.

Continuamente estamos haciendo duelos. Todo proceso de duelo implica crisis, cambios; y los cambios implican pérdidas, cosas que dejas y por tanto despedidas que generalmente van acompañadas de dolor. Una de nuestras mayores dificultades es la aceptación del cambio cuando este no es deseado, cuando la vida trae algo que no queremos o nos quita algo que queremos.

Hasta que no aprendemos a decir adiós, no podemos cerrar esas etapas, y sufrimos las consecuencias de un duelo pendiente y continuo, bloqueando la posibilidad de abrirnos a nuevas posibilidades, y vivir el presente.

Pero las crisis y los duelos ayudan no sólo a despedirse, sino a cambiar o a disponerse para los cambios, que tienen unos ritmos que son importantes conocer y respetar.

Aprender a afrontar y comprender las crisis, a elaborar los duelos y las despedidas, es imprescindible para afrontar la vida y poder vivirla de una manera satisfactoria.

En el duelo normal existen 6 procesos básicos que deben darse y que generalmente se van sucediendo unos a otros, aunque no en forma lineal, sino circular, con avances y retrocesos en las etapas:

1.-  Reconocer la pérdida ya que la reacción inicial suele ser la negación: Esto no me puede estar pasando a mi¨, «No es cierto», «Es solamente un sueño», «Me estás mintiendo». Actualmente se entiende esta primera respuesta  como los intentos que nuestro cerebro hace para asimilar la noticia. Por lo tanto las primeras tareas consisten en:

–  Aceptar la pérdida.

–  Comprender la pérdida.

2.-  Reaccionar frente a la separación

–  Experimentar el dolor.

–  Sentir, identificar, aceptar y darle alguna forma de expresión a todas las emociones que se despiertan frente a la pérdida: enfado, ira, tristeza, miedo, etc.).

– Identificar y hacer el duelo por las pérdidas secundarias (por ejemplo, aquello que ya no va a ser, y aquello que una vez fue).

3.-  Recordar la pérdida y reexperimentar la vinculación

–  Recordar y volver a mirar.

–  Revivir y reexperimentar los sentimientos que existían y existen.

4.-  Renunciar a los vínculos previos  y a la concepción del mundo que esto implicaba (por ejemplo, «siempre vamos a estar juntos», «él va a estar siempre apoyándome”)

5.-  Hacer reajustes para moverse adaptativamente dentro de la nueva realidad sin olvidar la anterior

–  Revisar y procesar la concepción del mundo implícita.

–  Desarrollar una nueva relación con la persona fallecida o pérdida.

–  Adoptar nuevas formas de estar en el mundo.

–  Formar una nueva identidad a partir de lo que uno fue con la persona que ya no está más y de las nuevas experiencias que se vivirán ya sin ella.

6.-  Volver a cargar afectivamente nuevas relaciones o personas o actividades, recuperando los intereses, generando otros nuevos y conectándose con los demás.

Durante este  proceso se producen muchas descargas afectivas, episodios de llanto, de tristeza, a veces rabia contra la vida, y una gran actividad del pensamiento. Estas están destinadas a lograr una sana acomodación a un suceso penoso, buscando integrarlo a la vida de esa persona, y así dejarlo libre para seguir adelante de un modo saludable. En psicología se llama a este proceso «elaboración del duelo»,  facilitando el procesamiento de los elementos del duelo, disminuyendo el sufrimiento y favoreciendo la reanudación de las actividades.

Más allá de la parte médica del cáncer

http://thescarproject.org/

Imágen de http://thescarproject.org/

Cuando una persona padece cáncer, con independencia de la fase de la enfermedad en la que se encuentre, sufre un fuerte impacto emocional, su funcionamiento social y laboral se puede ver profundamente afectado, extendiéndose a familiares y amigos. El diagnóstico inicial supone un shock, a muchas personas les cuesta creer que pueda ser verdad, se sienten incapaces de tomar decisiones y no saben muy bien qué hacer, surge el miedo y la desolación ante la posibilidad de padecer una enfermedad larga, la ruptura de sus metas vitales y riesgo de muerte.

Cada persona, responde ante el cáncer y sus tratamientos de un modo impredecible, su estado de ánimo puede llegar a fluctuar a lo largo del día. Cada una de las fases o etapas de la enfermedad, tiene sus peculiaridades, acompañándose de reacciones emocionales o sensaciones que pueden resultar dispares, aunque hay una emoción central, y es el miedo a la incertidumbre sobre la progresión o no de la enfermedad. No obstante, durante y después del cáncer es posible vivir con bienestar personal, familiar y laboral.

El diagnóstico de cáncer (el conjunto de pruebas, la espera de resultados que determinan el alcance de la enfermedad, etc.), se acompaña de elevados niveles de ansiedad tanto para el propio paciente como para su entorno más próximo. La primera reacción al diagnóstico o su sospecha puede ser de negación, incredulidad o aceptación pasiva. Sin embargo, y aunque en ese momento parezca inverosímil, paulatinamente se puede ir alcanzando cierta adaptación a las nuevas circunstancias.

Tras el diagnóstico, se comienzan a movilizar toda una serie de recursos sanitarios (cirugía, tratamientos como la hormonoterapia, quimioterapia, radioterapia…). Los tratamientos, aunque son bien tolerados por la mayoría de los pacientes y existe un cierto control de sus efectos colaterales, pueden producir síntomas físicos tales como astenia, náuseas, vómitos, dolor y pérdida del cabello, entre otros. Estos síntomas, afectan negativamente a la calidad de vida, en muchos casos sólo de forma temporal, pero en otros durante meses, años o de forma permanente. El paciente en tales circunstancias, precisará de apoyo, momento en el que el cuidador primario habrá de hacer frente al control de síntomas y otras tareas del día a día, a la vez que afronta sus propios miedos. Una porción del  mayor o menor bienestar al transitar por este proceso, dependerá de cómo el paciente y quienes le rodean encaren la enfermedad.

Una vez superado, las revisiones médicas, se constituyen como una fuente  de ansiedad y estrés ante el temor a una nueva recidiva. Hay casos en los que la enfermedad se supera, y queda atrás. En otros, sin embargo, la enfermedad regresa. En tal caso,  las reacciones emocionales son tanto para el paciente como para su familia, de frustración, indefensión y sentimientos de incontrolabilidad. Aunque estas puedan ser las reacciones iniciales, con el tiempo va dándose cierta adaptación a la situación, posibilitando al paciente y a su entorno, gestionar mejor el cúmulo de emociones negativas. Ante la recurrencia de la enfermedad, surgen nuevos desafíos: obtener información para hacer frente a lo desconocido, manejo de las reacciones indeseables a los tratamientos, pueden aparecer pensamientos negativos de culpa o miedo al futuro, y en aquellos casos en los que la persona se encuentra en la fase final de la enfermedad, surgen necesidades como la de hablar de su trayectoria vital o la despedida de sus seres queridos.

Son innumerables los retos que plantea el cáncer, que si bien es una enfermedad que afecta al cuerpo, al igual que cualquier otro proceso médico, repercute en el sentir, pensar y hacer de quienes lo padecen. La ayuda psicológica, ya sea familiar, en pareja o individual se conforma aquí como una herramienta más para el tratamiento. Como un instrumento, que puede ser útil para allanar tan difícil obstáculo y facilitar la adaptación a cada uno de los cambios.

Tratamientos psicológicos eficaces. La importancia de una adecuada evaluación psicológica

Pulpolux !!!

Cuando las personas acuden a un tratamiento psicológico, normalmente lo hacen en un momento de gran malestar y urgencia. En este contexto, quien usa servicios de psicología busca una solución inmediata, salir de la primera consulta con las respuestas a su problema. Sin embargo, esto no suele ser así; la mayoría de profesionales insistimos en dedicar un periodo de tiempo a la evaluación del problema de cada paciente, un proceso que puede impacientar a algunas personas. Además, la evaluación exige habitualmente aplicar cuestionarios y registros tediosos, así que mucha gente se preguntará por qué no podemos empezar a intervenir desde el principio basándonos en que la persona tiene “depresión” o “ansiedad”.

–       Limitaciones del diagnóstico:

Los trastornos psicológicos son habitualmente entidades complejas, muy variables en su presentación incluso si reciben la misma etiqueta diagnóstica. Por ello, un diagnóstico como “depresión” o “agorafobia” es una descripción demasiado breve del problema, y no es suficiente para entender las verdaderas causas que lo producen y mantienen; eso sólo puede conseguirse mediante una adecuada formulación del caso.

–       Tratamientos individualizados:

La formulación permite integrar los elementos necesarios para crear una “teoría” del problema sobre la que proponer un tratamiento individualizado. Sin entender adecuadamente el funcionamiento de un problema, las soluciones que podamos poner en marcha serán parciales, orientadas a los síntomas y no a las causas. Esto puede resultar ineficaz o, en algunos casos, incluso contraproducente.

–       Fundamentación científica:

Puesto que la formulación resulta tan importante, es crucial dedicarle la debida atención. Para ello, es preciso que quien realiza la formulación maneje las teorías y modelos de los problemas psicológicos y que valore con precisión la presencia de determinados procesos. En esta tarea el uso de las herramientas adecuadas tiene una importancia capital. Aquí es donde hacen su entrada los registros, cuestionarios y entrevistas que se emplean en el proceso de evaluación.

–       Registros, cuestionarios y entrevistas:

La psicología científica lleva décadas refinando y mejorando las herramientas que están a nuestra disposición para evaluar los problemas y procesos psicológicos. Un cuestionario o escala no es sólo un conjunto de preguntas, sino que tras el test se esconden estudios de validación, índices psicométricos… todo un complejo proceso para, partiendo de teorías psicológicas, obtener una prueba que resulte fiable y arroje conclusiones válidas. Lo mismo puede decirse de los registros y entrevistas que se aplican  en la consulta.

Precisamente por eso, no vale cualquier cuestionario, y muchos de los que se consideran tradicionalmente unidos a la imagen del psicólogo están obsoletos desde un punto de vista práctico, teórico y técnico.

–       Evaluación en el tiempo.

Pero los cuestionarios y la evaluación no desaparecen con las primeras sesiones; es preciso seguir la evolución de los problemas y procesos a lo largo de todo el tratamiento. Una evaluación continuada permite detectar de un modo preciso y temprano los indicadores de que el tratamiento surte efecto o que, por el contrario, es preciso introducir cambios. Frente a los sesgos en los que puede caer psicólogo y paciente, las pruebas ofrecen una medida fiable y objetiva del cambio. El seguimiento es imprescindible para asegurarnos del mantenimiento de los logros de la terapia.

–       El futuro.

Hoy por hoy la evaluación sigue siendo un proceso necesario, pero a veces demasiado largo para la paciencia de quien está pasándolo mal. Por ello la evaluación psicológica sigue en evolución para obtener herramientas más rápidas y eficientes, actualizadas respecto a las teorías psicológicas, y aprovechar los avances en las nuevas tecnologías para reducir los tiempos y facilitar las tareas propias de la evaluación.