Dentro de los factores de riesgo clásicos que aumentan la probabilidad de padecer enfermedades cardiovasculares (ECV) destacamos la hipertensión, el consumo de alcohol, el tabaquismo y la obesidad. Sin embargo, prestamos menos atención a otro factor llamado “patrón de conducta tipo A” (PCTA), ya que es menos conocido y que sin embargo tiene un papel fundamental en la prevención de ECV.
Se habla del PCTA a raíz del trabajo de Frieadman y Rosenman quienes lo definen como un complejo acción-emoción, caracterizado por la necesidad de obtener el máximo en el menor tiempo posible. Las personas que presentan un perfil de personalidad característico son más vulnerables a desarrollar ECV.
Algunos de los rasgos que definen a las personas con patrón de conducta tipo A son los siguientes:
– Habla rápida y enfática, excesiva actividad psicomotora y gesticulaciones, tensión de la musculatura facial, así como otros manierismos típicos.
– Urgencia de tiempo, hiperactividad e impaciencia (muy habitual en el trabajo).
– Responden fácilmente con hostilidad, impaciencia, ira y agresividad cuando las cosas no salen como estaban previstas.
– Necesitan tenerlo todo “controlado” para que no surjan imprevistos.
– Son personas con una alta motivación de logro, competitividad, orientación al éxito y ambición.
Por tanto cuando hablamos del patrón de conducta tipo A, en primer lugar debemos centrar nuestra atención en el término “patrón” y entender que se trata de algo mantenido en el tiempo, no de conductas puntuales o situaciones aisladas. Por tanto, si a medida que usted estaba leyendo no ha podido evitar sentirse identificado con “esta forma de ser”, quizá sea un buen momento para pararse a meditar las consecuencias de mantener este patrón y plantearse un cambio ya que uno de los aspectos más importantes del tipo A es la reactividad psicofisiológica, que contribuye al daño arterial con el aumento de placas de colesterol.
Una de las secuelas del PCTA es la presencia de Ira-Hostilidad. Numerosos estudios demuestran que tanto la ira como la hostilidad son factores de riesgo independientes de los demás factores de salud, con la matización de que la hostilidad presenta la asociación más alta.
Las personas que caracterizadas por la hostilidad, habitualmente esperan lo peor de los demás y en consecuencia suelen estar siempre a la defensiva, por lo que generan un ambiente donde predominan la competitividad y la tensión. Esta tensión a menudo desemboca en sentimientos de ira, como cabe esperar. Pero además, la constante hipervigilancia va a contribuir a su mayor predisposición a las enfermedades cardiovasculares (ECV), ya que la activación de sus mecanismos de defensa para afrontar la situación o ese estímulo estresor, se prolonga en el tiempo, cuando lo deseable o más adaptativo, es activarse en un momento determinado y exacto, cuando se está sufriendo ese estrés, para después volver al nivel basal una vez que el estresor ha desaparecido.
La ira en cambio, hace referencia más bien a una emoción que varía en intensidad y que fisiológicamente se manifiesta a través de un aumento en la activación del Sistema Nervioso Simpático, del Sistema nervioso Endocrino y en la tensión muscular. Suele destacarse los gestos faciales, como signo expresivo más distintivo, y a nivel cognitivo, se caracteriza por una serie de pensamientos contradictorios y contrapuestos. También es muy común que las personas más iracundas, tiendan a comportarse de forma agresiva.
En cuento a los tratamientos más eficaces para reducir la probabilidad de padecer ECV son los programas psicológicos multicomponentes o terapias multimodales, que combinan varias técnicas con el fin de poder actuar sobre los distintos factores de riesgo (FR).
Dado que también se ha mencionado el alcohol y el tabaquismo como un posible FR, a la hora de abordad su tratamiento, numerosos estudios avalan la eficacia de las terapias psicológicas conductuales a largo plazo, combinen o no el apoyo farmacológico, en el tratamiento del alcoholismo y el consumo de tabaco.
En la actualidad, destacan por su apoyo empíricola Aproximaciónde Reforzamiento Comunitario (CRA), el Entrenamiento en Habilidades Sociales,la Prevenciónde Recaídas (PR) y la terapia conductual familiar y de pareja, además, de considerarse los que ofrecen una mejor relación coste/beneficio (Roth y Fonagy, 1996).